jueves, 10 de abril de 2014

La experiencia de una cámara o de un micrófono.

Ponerte por primera vez delante de una cámara no iba a ser nada fácil. Y así lo expermienté. Los nervios de los focos, de la primera vez y del miedo, lograron que no saliese del todo bien. ¿El qué? Mi primera locución delante de una cámara (y de un micro, hablando de la radio).

Primero hace unas semanas (o un par de meses), me puse con mis cascos delante de un micrófono y narré una noticia de Sierra Nevada. Los nervios por saber cómo se oía mi voz, o cómo sería la reacción de los oyentes, me puso nervioso. Pero la segunda vez ya fue todo más suave, más rápido y con menos nervios. Así llegué a sentirme a gusto en la radio, y por eso tengo una sección con unos amigos en MusArt Radio. Adoro la radio, algo que pensaba que no estaba hecho para mí. Aunque aún queda mucha práctica, y sobre todo, mucho entusiasmo por hacer lo que me gusta.

Ayer me puse delante de una cámara, y las sensaciones fueron diversas. La primera vez que lo hice salió mal, para que negarlo, pero la segunda me gusté mucho más y no estaba nada nervioso. Esos focos son de ayuda, claro está, pero a veces pueden llegar a nublarte la vista. Pero sobre todo, lo más difícil es saber que cara poner, que voz poner y qué pocos movimientos puedes hacer delante de la cámara. Noticias dificiles como la de "Caferino" o la de "Ficzone" me tocaron locutar al igual que el resto de mis compañeros, pero me sentí al final bien y con ganas de más.

Quizás he descubierto que a parte del cine, me gusta también el "periodismo" o la "locución", y eso es algo que me gusta, porque veo que conforme pasa el tiempo, voy descubriendo nuevas cosas, y eso para mí es VIDA.

jueves, 27 de marzo de 2014

Heavy Rain, o cómo ser un buen padre - Spoilers -

  Imagina que tu hijo ha desaparecido, y tienes días para encontrarlo vivo. Sino lo encuentras, morirá ahogado por un asesino despiadado.

  Obviamente este artículo tiene spoilers a doquier, pero creo que este juego no se puede explicar sin hacer hincapié en como se desarrolla el juego hasta uno de los finales. No pretendo analizar un videojuego porque Heavy Rain es una serie interactiva para mi, pero pretendo dar mis impresiones y dar a conocer los sentimientos que me ha producido en determinadas partes. Por eso diré adios a la jugabilidad y hablaré solamente de la historia.


  El inicio no puede ser más desolador. Una familia idílica ve como un hijo es atropellado debido a un despiste del padre. Entonces vienen los problemas y la familia se desestructura. Obviamente parece el guión de un culebrón, pero entonces aparece en escena el asesino del Origami, quien ya ha estado asesinando a críos por Dios sabe qué.

  Y cuando me arrebatan a Shaun, bueno, cuando se lo arrebatan a Ethan, quiero encontrar al culpable de tal atrocidad. Aunque para ello tenga que pasar pruebas duras que impliquen incluso perder mi seguridad... Es el momento del juego más emocionante de todos: cómo un padre haría lo que fuese por su hijo. Y es que, salvo en la prueba de la central eléctrica, y por fallo mío, hice todo lo que un padre considero que haría por su hijo. Hasta que llegué a mi hijo y lo salvé.

  Pero el final no es feliz. Muero de un tiroteo en la puerta de un descampado, debido a los fallos garrafales de la policía.

  Y es que pese a que la historia narra perfectamente quien es el asesino, porque lo hace, y toda la historia de búsqueda desesperada del padre, hay otros temas como la imcompetencia policial, el periodismo de investigación, y las investigaciones en un segundo plano que dan fiel reflejo de casos que suceden día a día, sin llegar a ser tan macabros como este.

  Quiero decir que pocas veces he llorado por una obra audiovisual... Pero aquí, tres o cuatro veces, se me ha escapado la lagrimita y creo que era necesario contarlo.

miércoles, 12 de febrero de 2014

El lobo de Wall Street, excesos y más excesos

  Ayer fui al cine a ver El Lobo de Wall Street. Vi muchas críticas, casi todas ellas muy buenas, aunque algunas otras ponían como punto negativo el exceso que rodea en la película al mundo de las drogas y el sexo. Para nada pensaba que tendrían razón.

  Y es que otras películas del tandem Scorsese-Di Caprio como Infiltrados o Shutter Island me encantaron, al igual que lo ha hecho ésta, pero si pienso fríamente, no creo que las supere.



  Lo más destacable de la película es el papel de Leonardo Di Caprio, que hace tiempo se ha deshecho de su papel de chaval que viaja a América en busca de nuevas oportunidades, y parece que se ha hecho un gran actor. En esta película lo más destacable de Di Caprio es la bipolaridad que rodea el papel al que se enfrenta y que le otorga numerosas oportunidades para bordarlo. Lo mismo pasa del llanto, a la euforia extrema. Da igual, porque lo representa genialmente.

  Otro papel importante es la dura sátira/crítica que se hace al sistema bursátil norteamericano. Cómo la ética en bolsa no importa y cómo el mundo que rodea a Wall Street no es tan bueno como se pinta. Y es que el otro as que se guarda Scorsese en la manga es que la película se basa en una historia real que es lo suficientemente interesante como para atraparte durante tres horas. ¿Cómo te engancha? Gracias a decenas de geniales diálogos, monólogos, una voz en off del protagonista que te saca una carcajada más de una vez, y una narración de la historia muy amena: para nada se para en detalles sin importancia: se vale de esas tres horas para mostrar la historia en sus puntos más interesantes.

  Los actores secundarios también son importantes, y es que casi todos rozan un alto nivel en la interpretación de sus personajes. Destaco al "gordo" de Supersalidos, que de nuevo parece centrarse en un papel como el de la película que le dio la fama, pero con un punto de madurez interpretativa que no poseía en aquella película.



  Hay pocos puntos negativos, la verdad. Uno sería el uso de la cámara lenta en determinados puntos que no me ha gustado para nada, porque relantiza la acción.

  Otro punto negativo, y que ya destaco en el título, son los excesos. Está basada en una historia real, la cual yo no conozco, ¿pero de verdad fue así? La representación del mundo de las drogas es brutalmente dura, pese a que se hace de forma cómica (la escena tras las pastillas Lemmon, pese a ser una de las más divertidas que recuerdo, es durísima), es desmesurada. No digo que no se deba hacer así, pero no entra en mi cabeza que el personaje real acabara como acaban los protagonistas de estas películas.

  El exceso del sexo creo que el director también lo usa como reclamo. Hay escenas que son totalmente imprescindibles para entender la personalidad del protagonista, pero otras que sobran, como la masturbación "del gordo" de Supersalidos, o la escena del avión. Quizás sea el exceso menos excesivo de los que aparecen en la película, pero si que sobran escenas que alargan la película.

  Y ese es el último problema. Con tantos excesos, la película se acaba haciendo larga. 150 minutos podría haber durado perfectamente sin intervenir en el caso real del agente de bolsa. 30 minutos que se podrían haber eliminado de la cinta de escenas sexuales, de ocio... Y no me quejo de los excesos, me quejo de la excesiva duración que se le da a los excesos en la película.

  Pese a todo, para mi una de las mejores películas que he visto últimamente: trabajada, cuidada, mimada... Y excesivamente divertida, lo cual es un exceso que falta hoy en día en muchos trabajos.

miércoles, 15 de enero de 2014

Repaso de los últimos tres meses

  Bueno. No he hecho nada especial para fin de año, ni navidades ni comienzo de 2014, pero si tengo ganas de expresar algo que tengo dentro y me hace feliz. La facultad me ha hecho otro: adiós miedos, adiós inseguridades, adiós temores... ¿Por qué tenía que vivir con miedo todos estos años?

  Ahora salgo, expongo un trabajo, y no tengo miedo. Ahora hago un video, hablo a una cámara, y me siento seguro. Encima, he conocido gente nueva muy apañá como dirían muchos granaínos, con la que se puede hablar tranquilamente. Luego he conocido otra gente más especial y he vuelto hablar con gente que hacía meses que no lo hacía.

 Ha mejorado mi humor, mi simpatía - se que suena egocéntrico pero lo veo así -, mi predisposición a salir más.

  En definitiva, creo que soy otra persona totalmente, y por eso ya ni escribo tanto: no tengo la necesidad de desahogarme por un mal día, porque prácticamente no los tengo. No necesito que nadie lea como me siento ni nada, porque no necesito consejos.

  Quizás ahora venga lo duro: estudiar, ponerse al día y sacar mi futuro adelante, pero se que siendo como soy, seré capaz, y sobre todo, podré sentirme orgulloso de ser como soy sin que nadie me cambie.