viernes, 24 de mayo de 2013

Al partir, un beso y un adios



 Cuantos años de mi vida he pasado en el Juan XXIII. Si sumase las horas, seguramente habría pasado más horas que en mi propia casa, asi que podría decir que Juan XXIII ha sido mi segunda casa (bueno, la segunda casa de, creo que es acertado decir, todos los estudiantes de ese colegio).

  Con dieciocho años, nos disponemos todos a emprender un viaje a una nueva instalacion, que quizá haga olvidarnos de Juan XXIII, la facultad, pero que sin duda alguna, no hará olvidarnos de los buenos, malos o momentos regulares que hayamos pasado.

  Recuerdo perfectamente mi llegada a parvulitos, con 4 años, sobre las 10 de la mañana. Estaba avergonzado, ya que entré un mes más tarde y encima ese día, no entre a primera hora como era normal. Tenía solo 4 años y quería ya ser un niño que no destacase por haber perdido un mes de clases... Entrar a clase y ver a tanta gente que aun hoy en dia están (estaban) conmigo en la clase, fue una sensación muy bonita. Es de las pocas escenas de infantil que recuerdo con tanta perfección.

  Que decir de todo lo que nuestras tutoras "multifuncion" nos enseñaron en primaria: deportes, ciencias, lengua, religión... Casi todas las asignaturas las impartían ellas y eso las hace grandes, porque sin duda alguna, las hace sabias: nos ha preparado para que llegásemos con conocimientos apropiados a la ESO.

  En la ESO, segun muchos madres, nos desmelenamos todos los adolescentes y empezamos a vivir cada uno por nuestro lado: salidas con los amigos, ya normalmente no quieren que te lleven al colegio... Es decir, te haces mayor. Aqui empiezas a descubrir un sentimiento precioso de superioridad respecto a los demás, que te enseña que no eres más que nadie. La ESO es el periodo más dificil de toda la enseñanza. Todos tenemos las hormonas alteradas y saltamos con nada.

  Y llega Bachiller y nos tenemos que hacer hombres y mujeres de golpe: tenemos que saber como estudiar, que queremos estudiar y ser serios con determinados temas. En esta epoca cometemos fallos, pero siempre aprendí de ellos. Somos humanos, y en una epoca de cambio como esta, los fallos que hice en Juan XXIII me sirvieron para reflexionar y ante todo, saber que no hay que repetirlos.

  Siguiendo, puedo decir que Juan XXIII tiene un segundo bachiller (2011-2013) del que puede sentirse orgulloso a pesar de haber cometido fallos. Podemos decir que no existen puyas ni peleillas entre ellos (salvo los obvios aparecidos por el roce de compañeros), y que hay un gran ambiente de compañerismo en esta seleccion de muchachos. Nuestra generación ha sabido mantenerse lo más unida posible, incluso en esos momentos en los que estamos separados de clases.

  Juan XXIII nos ha enseñado que es la vida, que es la amistad, que es el amor, que es la felicidad, que es la tristeza, que es el compañerismo, que son los fallos, como no cometerlos y como subsanarlos, que es el arte, que es la ciencia, que es la lengua... Conocimientos prácticos y teóricos que mas o menos nos sirven para el vivir. Un conocimiento que, espero que todos, usemos con inteligencia.

GRACIAS JUAN XXIII

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